miércoles, 18 de marzo de 2020


“El amor vigila detrás del tiempo” de Yadi María Henao, en “biografía de los caballos tristes”
  Esculturas.
Las estatuas nos miran con su mirada ciega, alterando el orden de lo que acontece. / por los ojos se escapa la vida, aún es tiempo de retener el sinsabor de la nostalgia. / esculpidas en mármoles extienden la densa piel al fulgor de las estrellas. / giran al alcohol las llamaradas en la oscuridad, llevo las manos desnudas en un papel borroso. / llueve en mi interior el ácido contenido que fue desgarrando aquellos tiempos que se pudren. / donde todavía florece el Loto de un Buda que enciende los bodhisattva iluminado por el Dharma. 
                                                                                     Escrito el 27 de diciembre de 2019

Poética del escribir:




Una manera de existir en el adentro y en el afuera. Cuando escribo, un poco muero. Mañana será otro día. Siguiendo el decir popular, no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. Entonces decido morir un poco hoy y otro poco mañana.  Dejando huellas como cuando se camina sobre la arena, las olas del tiempo las van borrando a medida que me alejo.
Y ahora me detengo, para no caer en lugares comunes, ni tampoco inaugurar mi propio infierno.
Sí, dejaré abierto el cielo nuevo en la tierra de la escritura, para el momento en que haya madurado mi forma de morir.


Telar de textos


Como obsesionado, todo el tiempo las veo,

arañas lentas, livianas, de patas largas,
recorren mi desolación,
tejen con su saliva de sal
una urdimbre de días.
Los que se fueron, los que están ahí.
¡Y los que vendrán, ya vendrán ¡
por mi garganta se escurre el fino hilo,
ellas van posadas en años agrietados, hacen y rehacen
su trama secreta.
Se desovilla dentro mío esa sed ambigua,
de horas que van pariendo las palabras
que todavía no llegan a mi boca
tejidas en ancestral sigilo,
hilo y texto
soy.

Desandar las letras
Los días cierran con su paso lento, el desandar de las letras/ palabras absolutas, obsoletas, de giro impreciso, lava del cerebro, / puerta que se abre y no se cierra. / Apenas respiro encierro/ baja por mis tendones el dolor. / los ladrillos que hacen paredes, concretos y paredes, muros, / ayer no más fue, tu suspiro, / yo, tu respiro, hoy no soy más que tu triste recuerdo/ separo las piernas y caigo en mí, sin ser vos/ la noche me desvela y las palabras pueden esbozar lo que callo.

Telar de textos



Como obsesionado, todo el tiempo las veo,
arañas lentas, livianas, de patas largas,
recorren mi desolación,
tejen con su saliva de sal
una urdimbre de días.
Los que se fueron, los que están ahí.
¡Y los que vendrán, ya vendrán ¡
por mi garganta se escurre el fino hilo,
ellas van posadas en años agrietados, hacen y rehacen
su trama secreta.
Se desovilla dentro mío esa sed ambigua,
de horas que van pariendo las palabras
que todavía no llegan a mi boca
tejidas en ancestral sigilo,
hilo y texto
soy.
Desandar las letras
Los días cierran con su paso lento, el desandar de las letras/ palabras absolutas, obsoletas, de giro impreciso, lava del cerebro, / puerta que se abre y no se cierra. / Apenas respiro encierro/ baja por mis tendones el dolor. / los ladrillos que hacen paredes, concretos y paredes, muros, / ayer no más fue, tu suspiro, / yo, tu respiro, hoy no soy más que tu triste recuerdo/ separo las piernas y caigo en mí, sin ser vos/ la noche me desvela y las palabras pueden esbozar lo que callo.