lunes, 4 de abril de 2011

Las uvas

Verdes retoños injertan
un  grito oscuro de tierra
en  brazos de los viñedos.

Silenciosos  racimos
cantan  una luz secreta
a orillas de  piedras dormidas.

Hunden sus raíces de voces
las sombras hoscas de los hombres
en las fecundas grietas de los surcos.

La piel vegetal cubre la savia líquida
en el sabor del aire y del agua,
con una alegría sin palabras.

El vino  libera duendes,
plegarias dormidas
hechas de sueños.