Hilos nocturnos
Por un camino mal iluminado
desciendo con lentitud,
como lanzado guijarro entre las
peñas.
Descoso un velo a la
noche
para conocer sus
secretos.
Mis pasos vagabundos abren
luciérnagas
a través del sendero.
¿dónde estoy?
¿acaso soy ausencia?
¿por qué mi piel es greda?
¿transito
un reino
oculto?
Aunque
no tenga respuestas
siento
encendidas las calles en mi pupilas
las
paredes oxidadas escriben mi nombre
los
árboles vigilan la primavera
pintándose
en sus hojas.
Hombres
y mujeres apagaron en sus pieles
la
luz del día y tatuaron el aroma de los azahares
en
el vuelo de sus risas.
Detengo
mi andar a tientas
en
el tacto húmedo de tu sexo,
magnolia
amanecida.
Con
la piel acostumbrada a crepúsculos
voy
soñando con el vuelo de mariposas
multicolor
que
deletreo en tus besos.
Tu
carne de ébano guía mi mano sonámbula
por
eso soy hilo del tiempo en las sombras
te
miro sonriente en la orilla del viento
y
palpo tu gusto a guayaba en el alma.
Cada
vez que me comes saboreo tus olas
salpicando
niebla en la costa.
Yo
a vos te veo sauzal de lágrimas errantes
que
busca mi consuelo,
aun
así voy fluvial en la noche
y
nos dejamos llevar en la cresta de la
alegría.
Por
eso nos fuimos dibujando con dedos torpes
en
el misterio domesticado,
de
repente nos habitó la muchedumbre
excitando
nuestro dolor de humo
madurando
un pan de sabores sutiles.
Asistimos
al ritual de la sal
coronamos
los racimos de la vid,
en
un vino danzante.
Allí
quedé,
allí quedaste,
allí
quedamos.
Resumidos
en el instante
sosteniendo
el vientre de la luna
entre
los ecos de la jauría
que
aullaban en medio de la noche.
Autor El poeta
peregrino